La buena esposa de Jill Alexander Essbaum
A Anna le gustaba y no le gustaba el sexo. Anna lo necesitaba y no lo necesitaba. Su relación con el sexo era una intrincada sociedad que surgía tanto de su pasividad como de una incuestionable búsqueda de distracción. Y de sentirse deseada. Deseaba ser deseada.
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