Buscaba la belleza de Jesús Terrés
Siendo yo niño estaba siempre colgado de los brazos de mi madre, de su cuello y su piel. Hay una expresión en Valencia que define exactamente ese vínculo: tocar mare. Tocar madre. La traducción literal es puramente física, pero es mucho más que eso. Tocar mare es sentir la necesidad de ese cobijo ancestral, la calma total de saberte a salvo bajo un amor indestructible, inevitable. Tocar mare es volver a casa cuando fuera llueve, que te diga que todo está bien, el tupper de tortilla, un jersey de más para el invierno que todavía no es, la mirada dulce ante tu fracaso, el beso en la mejilla. Cuidar sin la necesidad de porqués. Esa entrega absoluta que no entiende de medidas ni aranceles.
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