El cautivo de Jesús Sánchez Adalid
-Mira, Monroy -dijo, con sus azules ojos muy abiertos y haciendo expresivos gestos con los dedos-, los reinos funcionan de esta manera: el rey y sus cortes gobiernan y dictan leyes en el nombre de nuestro Dios, pues hacen las veces dél en la Tierra; los sacerdotes contribuyen al bienestar del reino con sus oraciones; la Santa Hermandad y la alguacilería cuida del orden; el hombre llano, esto es, campesinos, propietarios de tierras de labranza y ganaderos, sustentan el reino con los productos de su trabajo; y el ejército lo defiende de los enemigos con las armas. ¿Comprendes? Ese es el orden del mundo y no hay otro. Resulta que esas buenas y pacíficas gentes, alas que hemos revisado las vituallas, pueden estar en sus tierras y dedicarse a sus labores gracias a que los soldados dan la vida para que haya paz. ¿Que sería del reino sin el ejército?... ¡Nadie podría trabajar!...¡Ni vivir! Así que deben contribuir a sostenernos, pues, dedicados nosotros a las armas, no podemos ganarnos el sustento.
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