El rinoceronte del Rey de
Jesús Marchamalo
La imagen del rinoceronte de Durero, a pesar de su formidable aspecto, presenta infinidad de imprecisiones y errores anatómicos: el gorjal en la garganta nunca existió, tampoco el segundo cuerno en lo alto del lomo, ni las escamas de las patas. Lo mismo que ocurre con las protuberancias, manchas y escarificaciones de la piel, meras invenciones artísticas, así como el dibujo de ala de murciélago que se aprecia en el lomo y que tampoco se corresponde cn la realidad.
Aún así sorprende lo creíble, realista y convincente que resulta el retrato, sobre todo sabiendo que Durero nunca llegó a ver al rinoceronte.