Daimon de Jennifer L. Armentrout
Ellas no podían ver lo que yo vi. Ningún mortal podía. Ni siquiera un pura sangre. Sólo los mestizos podían ver a través de su magia elemental y ser testigos del verdadero terror —una piel tan pálida y tan fina que todas las venas sobresalían de la carne como pequeñas serpientes negras. Sus ojos eran oscuros, agujeros negros, y su boca, sus dientes… Esa era una de las cosas para las que me habían entrenado a matar en el Covenant. |