El beso del infierno de Jennifer L. Armentrout
No… No era una masa, sino una maldita serpiente. Era enorme, de al menos tres metros de largo y tan ancha como yo. Me puse en pie de golpe, ignorando la oleada de mareo, y la cosa giró hacia mí, alzando medio cuerpo. Sus ojos ardían con un rojo impío. Un grito se quedó atrapado en mi garganta. —No tengas miedo de Bambi —dijo el demonio—. Tan solo siente curiosidad, y tal vez un poquito de hambre. ¿Aquella cosa se llamaba Bambi? |