Hermanastra de Jennifer Donnelly
Se quedaron quietas un momento, mirándose a los ojos. La Parca, una criatura sin corazón ni alma, que caminaba con el polvo de Alejandría en los zapatos, las cenizas de Pompeya en el dobladillo de la falda y la arcilla roja de Xi'an en las mangas. Tan vieja como el tiempo. Sin principio ni fin. Y la joven humana. Tan mal hecha. Nada más que carne tierna, uñas mordidas y un corazón maltrecho que latía en un a frágil jaula de huesos. |