La nueva Eloísa de Jean-Jacques Rousseau
Siento, amigo mío, que el peso de la ausencia me abruma. No puedo vivir sin ti, bien lo veo; es lo que más me aterra. Recorro cien veces al día los lugares que habitábamos juntos, sin encontrarte nunca; te espero a la hora acostumbrada, no llegas. Todos los objetos que veo me recuerdan tu presencia para advertirme que te he perdido. Tú no padeces el mismo suplicio: sólo tu corazón puede decirte que yo te falto.¡Ay!, si supieras cuánto peor es el tormento de quedarse cuando se separan dos amantes.
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