Guía de pasos perdidos de Javier Vela
Claro que mis hermanos y yo misma fingíamos guarecernos bajo el alero de los valores cristianos, pero era el nuestro un miedo atenuado por la curiosidad, menos sujeto a zurras o castigos que a ese chantaje atávico que habíamos heredado de nuestros propios padres y que trocaba amparo en obediencia y afecto en sumisión.
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