La gran aventura de los griegos ) de Javier Negrete
En general, los políticos atenienses, sobre todo si eran de sangre noble, tenían clara una cosa: si al salir de un cargo público y rendir cuentas en la auditoría conocida como cuthync tenían una sola dracma más que antes de entrar, podían prepararse para un buen dolor de cabeza y algo peor. Un político debía invertir su dinero en el bien del Estado, no aprovecharse de éste para llenarse los bolsillos. Por supuesto, hubo excepciones, pero en Atenas nunca se llegó a una cleptocracia.
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