Señores del Olimpo de Javier Negrete
En el principio fue Caos, el inconcebible. Caos el No—nacido, la tiniebla impenetrable que precede a toda luz. No tenía ni manos, ni voz, ni ojos, y nunca se le ofrendaron ni se le ofrendarán víctimas, pues es el dios de la indiferencia suma.
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