A flor de piel de Javier Moro
El ruido de las tripas vacías, de la gente rascándose y de las toses conformaba la banda sonora de aquella existencia. A pesar de todo, los campesinos inundaban de regalos al cura porque pensaban que así le comprometían para organizar nuevas rogativas. Cuanto más hambrientos y delgados estaban los vecinos, más engordaba el cura.
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