La isla de Eli de Javier Campillo
Quién se atreve, sesenta años después, se pregunta Pedro, a cuestionar el dogma del turismo, su liturgia y sus apóstoles. Quién se atreve a plantear ahora, tras sesenta años de abnegados servicios, que la gran ramera del templo debe reconvertirse, jubilarse. Hay que estar loco para proponer algo así. Aquí no hay reconversión ni jubilación que valga, los votos eran para toda la vida. Hasta que reviente.
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