El nudo materno de Jane Lazarre
Me había convencido de que era la única madre del mundo que sentía odio hacia un niño al que amaba con una intensidad enorme, una madre que se arrepentía una y otra vez de lo que había hecho, y quien, finalmente, entendió a aquellas mujeres que había conocido en los servicios sociales, esas mujeres que habían quemado los brazos de sus hijos, que los habían abofeteado, incluso matado. Pero decidí que nunca se me ocurriría soltar una palabra que delatara esa crueldad. Oculté mis auténticos sentimientos para evitar las terribles miradas que decían: «Ni soy como tú, ni lo he sido jamás».
|