Orgullo y prejuicio de Jane Austen
[…] No se puede decir que alguien sea de verdad brillante si no sobrepasa con mucho a lo que encontramos de ordinario. Una mujer ha de tener un conocimiento completo de la música, el canto, del dibujo, del baile y de los idiomas modernos para merecer ese calificativo; y junto a todo eso, ha de poseer un algo indefinible en el semblante y en la manera de andar, así como en el tono de voz, la elocución y la manera de expresarse, porque, de lo contrario, sólo merecerá a medias ese elogio. —Ha de poseer todo eso —añadió Darcy—, y aún algo más sustancial, mediante el perfeccionamiento de su inteligencia gracias a unas lecturas muy extensas. —Ya no me sorprende que sólo conozca usted a seis mujeres con tan grandes perfecciones. Más bien me maravilla que conozca usted alguna. —¿Es usted tan dura con su propio sexo como para dudar de la posibilidad de todo ello? —Yo no he visto nunca una mujer así. No he visto nunca reunidos tanta capacidad, tanto buen gusto, aplicación y elegancia como usted describe. |