Persuasión de Jane Austen
El tiempo había atenuado, borrado quizá, casi todo el afecto que sentía por él; pero ella había dependido demasiado del tiempo sólo; no había tenido la ayuda de un cambio de residencia (salvo una visita a Bath, poco después de la ruptura), ni había hecho ninguna amistad nueva ni ampliado el número de sus conocidos. No se había incorporado nadie al círculo de Kellynch que resistiese una comparación con Frederick Wentworth según ella le recordaba. Ningún segundo amor —única cura absolutamente natural, feliz y suficiente en esa etapa de la vida— había sido posible para el tono delicado de su espíritu, para la exigencia de su gusto, en el reducido entorno que la rodeaba.
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