Mansfield Park de Jane Austen
Al terminar la velada se marchó a la cama todavía embargada por él, con los nervios alterados por la violencia del ataque de su primo Tom, tan público e insistente, y el ánimo por los suelos a causa de las desabridas reflexiones y reproches de su tía. Llamarle la atención de esa manera, escuchar lo que no era sino preludio de algo infinitamente peor, insistirle en que hiciera algo tan imposible como tomar parte en una obra de teatro, y lanzarle luego la acusación de terquedad e ingratitud, reforzándola con una alusión a la dependencia de su situación, había sido demasiado desagradable en su momento para que perdiese importancia al recordarlo sola; sobre todo, con el temor añadido de lo que podía ocurrir por la mañana como continuación del asunto.
|