No hay más ciego que el que no quiere ver, un refrán muy adecuado para esta historia. Alexander se quedó ciego siendo un niño, pero cómo pudo comprobar con el paso de los años, sus experiencias y todo lo que vivió a partir de ese momento y durante los años que duró su viaje, hay otros tipos de ceguera bastantes peores que la suya. Katherine siempre se sintió culpable por aquel accidente que marcó para siempre a su hermana y a raíz de ello se cubrió de una capa de insensibilidad dando importancia sólo a su apariencia. Los dos ocultaban su verdadera personalidad y sus sentimientos. Me gusta la forma de llevarnos a través de la historia, la descripción de los sentimientos de todos los protagonistas y la conclusión perfecta. Seguiré con los siguientes. Jana Westeood es una apuesta segura. |