La heredera de Jana Westwood
(…) No podía negar que la deseaba casi desde el mismo instante en que la vio. Lo que se veía a simple vista era a una criatura resabida y puritana que no había tenido que luchar por ser escuchada, que había vivido entre algodones y que estaba acostumbrada a decir lo que pensaba sin tener que pagar por ello. Pero él sabía que debajo de su inmadurez e inocencia había un ser bello y salvaje capaz de enfrentarse a quien fuese por aquello en lo que creía. Una criatura apasionada y fuerte que lo volvería loco todos los días de su vida.
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