Años luz de James Salter
Su vida de pareja era dos cosas: era una vida, más o menos —como mínimo era la preparación para una vida—, y era una ilustración de la vida para sus hijas. Nunca se lo habían expresado mutuamente, pero estaban de acuerdo a este respecto, y las dos versiones de la vida se entreveraban de tal forma que cuando una de ellas estaba escondida la otra se manifestaba. Querían que sus hijas, en aquellos años, tuvieran lo imposible, no en el sentido de lo inalcanzable, sino en el sentido de lo puro.
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