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El rey de J.R. Ward
La locura era, básicamente un concepto hipotético para los cuerdos; un insulto despectivo con el que te referias a alguien a quien no respetabas; una manera de calificar un comportamiento inapropiado. [...] La verdadera locura no tenia nada que ver con el sindrome premenstrual, ni con el agotamiento, o con emborracharse en una habitación del hotel hasta desmayarse. No era conducir como un loco o robar un banco, o desquitarte momentáneamente con un objeto inanimado. Era que el mundo desapareciera de tu entorno; decirle adios a las sensaciones y centrarte obsesivamente en tu yo interno, mientras todo lo demas, tu compañera, tu trabajo, tu comunidad, tu salud y tu bienestar, no solo quedaba fuera de tu alcance, sino que dejaba de existir por completo. Y la parte mas aterradora era ese punto intermedio en que tenias un pie en la realidad y el otro en tu purgatorio personal, y podias sentir como el primero se deslizaba cada vez mas hacia donde estaba el segundo
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