El cuarto mono de J.D. Barker
Tenía la firme convicción de que los sucesos del día a día laboral se debían quedar en el lugar de trabajo, y no llevarlos a casa y verterlos en el refugio del lugar de residencia como quien vuelca una cubeta de bazofia para que se atiborren los puercos. Se dejaba el trabajo en el trabajo, que era su sitio.
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