Siete cuentos góticos de Isak Dinesen
La idea del matrimonio ha sido siempre para mí la presencia en mi vida de una persona con la que yo pueda hablar mañana de las cosas que acontecieron ayer.
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Siete cuentos góticos de Isak Dinesen
La idea del matrimonio ha sido siempre para mí la presencia en mi vida de una persona con la que yo pueda hablar mañana de las cosas que acontecieron ayer.
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Memorias de África de Isak Dinesen
Ahora ya no me quedaba nada, yo misma era la más ligera de todas las cosas. El destino podía encargarse de mí
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El festín de Babette de Isak Dinesen
Hace sesenta y cinco años, vivían dos damas en una de las casas amarillas. En aquel entonces las señoras llevaban polisón, y estas dos hermanas podían haberlo llevado con tanta gracia como cualquier otra, ya que eran altas y esbeltas. Pero jamás poseyeron ningún artículo de moda; toda la vida vistieron solemnemente de gris o de negro.
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El festín de Babette de Isak Dinesen
Es, se daban cuenta, en el momento en que el hombre no solo olvida por completo, sino que renuncia firmemente a toda idea de alimento y comida, cuando come y bebe con el adecuado estado de ánimo.
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El festín de Babette de Isak Dinesen
Babette había puesto una fila de velas en el centro de la mesa; las pequeñas llamas brillaban sobre las chaquetas, los vestidos negros y el uniforme escarlata y se reflejaron en los ojos claros y húmedos.
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El festín de Babette de Isak Dinesen
De jóvenes, Martine y Philippa habían sido extraordinariamente bonitas, con esa belleza casi sobrenatural de los frutales en flor o de las nieves perpetuas.
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El festín de Babette de Isak Dinesen
En esos momentos se daban cuenta de que Babette era profunda; y en los sondeos que hacían de su ser notaban pasiones, y que había recuerdos y anhelos de los que no sabían nada en absoluto.
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El festín de Babette de Isak Dinesen
—¿Pobre? —dijo Babette. Sonrió como para sí—. No, nunca seré pobre. Ya os he dicho que soy una gran artista. Una gran artista, Mesdames, jamás es pobre. Tenemos algo, Mesdames, sobre lo que los demás no saben nada.
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El festín de Babette de Isak Dinesen
Prometieron, por las pequeñas hermanas, guardar silencio, en el gran día, sobre todo lo que se refiriese a la comida y la bebida. Nada de cuanto les pusiesen delante, ya fuesen ranas o caracoles, arrancaría una palabra de sus labios.
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Memorias de África de Isak Dinesen
Yo guardé silencio porque pensé que la bondad de las mujeres es todavía más efímera que su belleza
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Memorias de África de Isak Dinesen
La silueta de la montaña fue borrada y nivelada lentamente por la mano de la distancia
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Sombras en la hierba de Isak Dinesen
Nuestra civilización se les presentaba a trozos, como piezas incoherentes de un mecanismo que jamás había visto actuar y cuyo funcionamiento eran incapaces de imaginarse. Para ellos no habíamos hecho sino transformar el rito en rutina. Lo que más habían llegado a temer en nosotros era el aburrimiento; por eso al ser llevados a un hospital sentían, por supuesto, que se les internaba allí para que se murieran de aburrimiento.
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Sombras en la hierba de Isak Dinesen
A pesar de todo, los africanos les tenían al dolor y a la muerte menos miedo del que nosotros les tenemos, y la vida les había enseñado la incertidumbre de todas las cosas; estaban siempre dispuestos a correr el riesgo que fuera.
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¿Cuál es el desayuno favorito de Eleven?