Deseos rojos de Isabelle Ronin
Me di cuenta de varias cosas al mismo tiempo. En el laberinto de mi infancia, me asustaba y a la vez me excitaba no poder encontrar la salida si seguía explorando los rincones cada vez más escondidos. Pero siempre acababa encontrándola. De alguna manera, siempre me daba pistas, mantenía las puertas abiertas para mí, para que entrase y saliese a mi antojo. Kara era como aquel laberinto. La única diferencia entre ambos era que quizá esa vez no encontrase la salida.
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