Isabel Fernández Madrid

No podíamos cambiar el pasado pero podíamos aprender de él para ser mejores en el futuro.

Una niña que solo esperaba ser vista algún día, poder arder con fuerza y deslumbrar con su potencial. A pesar del verano en el exterior, el invierno llevaba demasiado tiempo arraigado en su interior. Y no muchas velas eran capaces de sobrevivir a la intemperie si nadie estaba allí para cuidar de ellas.

Quizá esa fuera la auténtica magia de los libros; la que te conectaba con épocas pasadas o futuristas y te hacía conocer personas que, ficticias o no, lograban hacerse un huequecito en su corazón (…) Los libros pueden convertirse en nuestro lugar seguro, algo así como una especie de hogar. Podemos amar u odiar a sus personajes, sufrir con ellos y emocionarnos con sus vidas. Nunca subestimes el valor de las palabras y lo que estas pueden llegar a hacer, Amber, porque pueden salvar o destruir, sanar o destrozar.

No era capaz de entender que, a veces, los pájaros enjaulados prefieren romperse las alas intentando volar que permanecer encerrados toda la eternidad.

Esta noche me despido del miedo, porque he decidido que no quiero esconderme más. No quiero seguir mintiendo ni atarme a los secretos, sino que anhelo ser sincero por fin. Con el resto del mundo y conmigo mismo, aunque dé un poco de pavor. Voy a elegir vivir siendo libre, porque nunca podrán condenar el amor.

Siempre hay música si se presta la suficiente atención.

Le encantaban los nervios previos a un cambio importante, la perspectiva de hacer algo por sí misma y demostrar valía.

El chico la acunó entre sus brazos y comenzó a cantarle esa canción infantil, de Bonnie y Jamie Thornton, que hablaba de un amor infinito que te cuidaba desde el otro lado del océano.
From above like your own eyes of blue,
it will guide you away from all harm, love

Por si acaso algún día yo no estoy, Sam. Si alguna vez te fallo, no quiero que estés sola. Nunca lo has estado, en realidad, pero... Conviene que recuerdes que siempre tendrás a alguien.

Esta cicatriz, o cualquier otra que tengas, no te hace menos hermosa. Son heridas de guerra, marcas en la piel que demuestran de dónde venimos y qué nos hace fuertes. No nos definen; somos mucho más que ellas.

Si enseñas lo que te hace vulnerable, encontrarán la manera de destruirte.

Tú nunca has sido de las que huyen.

La primera persona que se ría de ti debes ser tú mismo.

Bailar con los ojos cerrados y una sonrisa feliz en el rostro, moviendo la cabeza al ritmo de la música, su música. Bailar de forma algo arrítmica, sí, pero bailar, al fin y al cabo. Y era tan bonita cuando lo hacía para sí, para disfrutar y ser libre...

A veces nos ocurren desgracias que no podemos controlar. No tengo una respuesta ni un porqué, y desde luego no es algo justo. Pero hemos de aprender a vivir con ello. Todos tenemos una cruz, problemas que llevamos a los hombros y que nos hacen cada día más fuertes. A las personas buenas les pasan cosas malas, pero siempre hay que tener en cuenta que vendrán tiempos mejores. Que esto no lo es todo. Que el dolor se acaba, mi niña.

Ver a Aurore bailar era sinónimo de esperanza.'

Los ojos de Aurore Leblanc eran cristales cuando la vi por primera vez.

Amber se dio cuenta de que a veces el hogar no eran cuatro paredes y la gente que te había visto crecer, que podías encontrar una familia en los amigos y un refugio en aquello que hacía tu corazón vibrar. Y que no había nada de malo en elegir eso por encima de todo si era lo que te hacía feliz. Tardaría un tiempo en descubrir que la felicidad eran momentos, instantes, personas.