Yo, Robot de Isaac Asimov
Un humano enfrentado con una imposibilidad, responde frecuentemente con una retirada de la realidad: penetra en un mundo de engaño, entregándose a la bebida, llegando al histerismo, o arrojándose de un puente. Todo esto se reduce a lo mismo, la negativa o la incapacidad de enfrentarse serenamente con la situación. Y lo mismo ocurre con los robots. Un dilema, en el mejor de los casos creará un desorden en sus conexiones; y en el peor abrasará su cerebro positrónico sin reparación posible.
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