El príncipe negro de Iris Murdoch
El matrimonio es una curiosa institución, como ya he observado. No alcanzo a comprender cómo puede ser así. A mi entender, las personas que alardean de un matrimonio feliz son por lo general personas que se engañan a sí mismas, cuando no unas auténticas embusteras. El alma humana no está estructurada para una proximidad continua, y la consecuencia de esta forzada vecindad suele ser una espantosa soledad que las reglas del juego prohíben mitigar.
|