Deja Que El Viento Se lleve Mis Cenizas: 16 de Inés Arias de Reyna
El bosque hibernaba y ella, salvo con alguna trucha incauta, no tenía con quién pasar el rato. Se aburría. Cada invierno se preguntaba por qué las ninfas no entraban en el mismo letargo que las sílfides o los gnomos. De los habitantes del bosque, solo quedaban despiertas algunas dríadas, demasiado altivas y nudosas para ella, y los elfos, unos petulantes que no había quien aguantara
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