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Calificación promedio: 5 (sobre 23 calificaciones)
/Páginas del libro Sin destino, del escritor húngaro Imre Kertész.
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El espectador de Imre Kertész
Conciencia de la muerte, de que puedo perder a quienes quiero , deseo de llorar, deseo de morir. Los remordimientos que nunca , nunca cesan; hay que morir joven.
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El espectador de Imre Kertész
La vestimenta intelectual que llevó puesta es solamente el producto de mi incomparable capacidad de imitar.
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El espectador de Imre Kertész
La brutalidad es el principio de la naturaleza frente a los seres vivos. El hombre y el perro esta mañana. El perro, un chucho enorme, mezcla de San Bernardo, estaba atado a una estaca de hormigón delante del café de la plaza Moszkyva. Una mujer le hablaba con tono cariñoso. En eso apareció el dueño del perro, un tipo fuerte y hediondo, un topo que semejaba una auténtica bestia, lo soltó con rudeza, lo tironeó de la correa, no lo dejó orinar, y el perro toleró la tortura con leal entrega (o con vil cobardía) al tiempo que volvía de vez en cuando la cabeza y ladraba hostilmente a la mujer que tal amablemente lo había tratado.
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El espectador de Imre Kertész
Si quisiera definir desde fuera “por qué escribo” (definición, por cierto, que no tiene mucho sentido), diría lo siguiente: para salvar y rescatar nuestras almas de la fatalidad espiritual que crean la política, la economía y la ideología que las sostiene, para encontrar ni que sea por un momento el camino a casa desde la inhumanidad, desde el extranjero, desde el destierro; a casa: es decir, a nuestra propia vida y a nuestra propia muerte.
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El espectador de Imre Kertész
Quienes opinan sobre la pena de muerte no tienen en cuanta que viven en una sociedad asesina cuyo principio fundamental es el consumo y la destrucción; no se trata de preguntarse si es preciso introducir o suprimir la pena de muerte, sino hasta qué punto nos solidarizamos con nuestra sociedad asesina, hasta qué punto colaboramos con ella o hasta qué punto la rechazamos.
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Imre Kertész
Quien es veraz está perdido. Quien está perdido es veraz. Quien pierde gana. Piérdete triunfante y miserable, No existe otro camino.
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El espectador de Imre Kertész
Cómo me faltan las tardes en el hospital, de donde me marchaba con lágrimas en los ojos… Su mano lánguida que alcanzaba para saludar… Ayer todavía me acariciaba la cabeza, me abrazaba, me besaba… Su cuerpo enloqueció, se desprendió de ella y se llevó de mí… Lo siento todo mucho, mucho, y lo sentiré eternamente…
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Yo, Otro. Crónica Del Cambio de Imre Kertész
¿Habéis observado que en este siglo XX cada cosa se ha vuelto más verdadera, más auténticamente ella misma? El soldado se ha convertido en asesino profesional, la política en crimen; el capital, en gran industria exterminadora de hombres y equipada con crematorios; la ley, en regla para el juego sucio; la libertad universal, en cárcel para los pueblos; el antisemitismo en Auschwitz; el sentimiento nacional en genocidio. Nuestra era es la era de la verdad, no cabe la menor duda. Aun así, seguimos mintiendo por mera costumbre, aunque todo el mundo nos vea el plumero; cuando se grita ¡amor! todos saben que ha llegado el momento del asesinato. Cuando se grita ¡ley!, todos saben que es la hora del robo, del atraco...
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