El fin de los buenos tiempos de
Ignacio Martínez de Pisón
pienso en nuestro particular régimen de silencios, en la mezquina brevedad de mis visitas y en esa irreprimible propensión a la huida, que también ahora me afecta. He llegado demasiado tarde, y aferrarme, como hacía esta mañana, a la ciega esperanza de que recuperaría la lucidez, aunque sólo fuera momentáneamente, sería insensato. Si, es verdad que todo podría haber ocurrido de otro modo, pero no debo ceder a este grosero afán exculpatorio de mis pasadas conductas. Yo soy el único culpable, yo y mi cobardía, y todas esas miserables coartadas a que siempre he recurrido…(pg 157)