I. L. R.

He aprendido que aquellas cosas de las que escapamos siempre regresan y que muchas veces ese retorno nos pone a prueba dándonos dos opciones: correr sin mirar atrás o plantarse y dar la cara para poder avanzar. Huir solamente aplaza el encuentro con nuestros miedos mientras que la segunda opción, por más que sea aterradora y angustiante, nos libera. Sé que lo que viene me asusta, pero ya estoy cansada de vivir entre mentiras y cadenas. Estoy lista para dejar de correr y, aunque sea peligroso, enfrentarme a lo que venga. No es la falta de miedo, ni es acerca de tener coraje o valentía, sino que se trata del poder de la decisión de hacer frente a lo que nos asusta entendiendo que lo único que nos detiene en la vida para lograr lo que nos proponemos somos nosotros mismos. Y yo ya no quiero huir y no huiré. Ya no deseo mirar hacia otro lado y no lo haré. Ya no permitiré que me silencien así que no me callaré. Hoy el espejo que tanto me cuesta observar cada día me devuelve la mirada y me grita muy fuerte: Tú puedes. Y es verdad, yo puedo.