Entrebrumas de Hope Mirrlees
Maese Nathaniel, por supuesto, tenía una bodega bien provista [...] Pero, además, él participaba en una bodega común, de propiedad compartida por todas las familias de la clase dirigente, una bodega de bromas suaves y añejas que, a diferencia de las botellas de vino, nunca se agotaban. Lo que hubiera de ridículo o encantador en cada miembro del grupo se destilaba en cada una de aquellas bromas, de manera que, a voluntad, cada uno podía intoxicarse con las personalidades de sus amigos, tragar - como así ocurría - el barril entero de ellas. En aquellas viejas bromas, la irritación acumulada que, inevitablemente, derivaba de la intimidad, se diluía y transformaba en dulzor, como el jugo de la uva, de manera que ellas promovías la amistad y la cordialidad.
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