En la corte del lobo de Hilary Mantel
Ya hay demasiados libros en el mundo. Cada día hay más. No puede uno tener la esperanza de leerlos todos.
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En la corte del lobo de Hilary Mantel
Ya hay demasiados libros en el mundo. Cada día hay más. No puede uno tener la esperanza de leerlos todos.
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En la corte del lobo de Hilary Mantel
¿Qué hay en ese libro tan grande? Palabras, palabras, solamente palabras. |
En la corte del lobo de Hilary Mantel
Yo dije: cedes a las peticiones del rey. Abres el camino a sus deseos. Eso es lo que hace un cortesano.
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En la corte del lobo de Hilary Mantel
El niño del vientre de Ana es la garantía de que no habrá más guerras civiles. Es el principio, el comienzo de algo, la promesa de otro país.
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En la corte del lobo de Hilary Mantel
—¿Alguna objeción a lo que dije? —Fue perfecto en todos los sentidos. Como si lo hubieseis preparado. —¿Cómo podría haberlo hecho? —Sí. Sois hombre de gran inventiva. De todos modos…, en cuanto a la verdad, sabéis… —En cuanto a la verdad, lo considero un buen trabajo nocturno. |
En la corte del lobo de Hilary Mantel
¿Un mercader es igual que otro? En el mundo real no. Cualquier hombre con mano firme y un cuchillo de carnicero en la mano puede llamarse carnicero: pero sin el herrero, ¿dónde conseguirá el cuchillo? Sin el hombre que trabaja el metal, ¿dónde están vuestros martillos, guadañas, tijeras y cepillos? Vuestras armas y armaduras, vuestras puntas de flechas, las picas y las armas de fuego. Dónde están vuestros navíos en el mar y vuestras anclas. Dónde vuestros garfios, clavos, cerrojos, bisagras, atizadores y tenazas. Dónde están vuestros espetones, ollas, trébedes, argollas de arneses, hebillas y bocados de caballerías. Dónde están vuestros cuchillos.
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En la corte del lobo de Hilary Mantel
—Fue un momento de debilidad —dice él. Luego… ¿qué? Otro momento—. Dios lo ve todo. Según me dicen.
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En la corte del lobo de Hilary Mantel
Los mira y dispone su rostro. Erasmo dice que debe hacerse por las mañanas antes de salir de casa. «Ponerte una máscara, como si dijésemos». Él lo aplica a cada lugar, cada castillo o posada o sede de noble donde despierta.
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En la corte del lobo de Hilary Mantel
Se acercó y les preguntó cómo tenía que estar de caliente el fuego para quemar los huesos. Esperaba que lo supieran. Pero no entendieron su pregunta. Los que no son herreros creen que todos los fuegos son iguales. Su padre le había enseñado los colores del rojo: rojo crepúsculo, rojo cereza, rojo amarillo brillante que no tiene más nombre que ese, salvo que se llame escarlata.
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En la corte del lobo de Hilary Mantel
Uno cree que la gente siempre le observa, pero es el remordimiento, que te hace saltar en las sombras.
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En la corte del lobo de Hilary Mantel
Toma aliento, se levanta y se sacude las mangas. Sonríe, y puede verse cómo alza el vuelo, como ave vigorosa, el acto de voluntad que transforma a un pobre desdichado en faro de su nación.
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En la corte del lobo de Hilary Mantel
Era miedo a las palabras simples, o la afirmación de que las palabras simples se corrompen. El diccionario de Moro contra el nuestro. Puede haber un silencio lleno de palabras. Un laúd retiene en su vientre las notas que ha tocado. El violín conserva una armonía en las cuerdas. Un pétalo marchito puede conservar el aroma. En una oración pueden vibrar maldiciones. En una casa vacía aún pueden resonar estruendosos fantasmas después de que sus propietarios ya se han ido.
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En la corte del lobo de Hilary Mantel
El poder de un hombre está en la penumbra, en los movimientos vistos a medias de la mano y en la expresión indefinida de su rostro. Lo que asusta a la gente es la ausencia de datos. Ese vacío que abres, en el que vierten sus temores, fantasías y deseos.
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En la corte del lobo de Hilary Mantel
Contó el tiempo que pasaba entre gota y gota y empezó a recogerlas en la mano. Lo hacía como pasatiempo.
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Hilary Mantel
No aprendes nada acerca de los hombres al rechazarlos y aplastar su orgullo. Debes preguntarles qué es lo que pueden hacer en este mundo, que solo ellos pueden hacer.
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En la corte del lobo de Hilary Mantel
Algunas de estas cosas son verdaderas y otras mentiras. Pero todas son buenas historias.
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En la corte del lobo de Hilary Mantel
Habla con gravedad y rapidez, sus modales indican seguridad; se siente en casa en la sala de un tribunal y en un muelle, en el palacio del obispo y en el patio de una posada. Sabe redactar un contrato, adiestrar un halcón, trazar un mapa, detener una pelea callejera, amueblar una casa y encandilar a un jurado. Sabe emplear citas alusivas de los autores de la Antigüedad, desde Platón a Plauto y viceversa. Trabaja todas las horas del día, desde que se levanta hasta que se acuesta. Gana dinero y lo gasta. Acepta toda clase de apuestas.
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Gregorio Samsa es un ...