Todo lo que tengo lo llevo conmigo de Herta Müller
"En enero de 1945 la guerra continuaba. Temiendo que en pleno invierno los rusos me obligasen a ir a quién sabe dónde, todos quisieron darme algo que quizá tuviera utilidad, aunque ya no sirviese de nada. Porque en el mundo nada servía.[...] Yo quería marcharme de ese dedal de ciudad hasta donde las piedras tenían ojos. En lugar de miedo sentía una oculta impaciencia. Y mala conciencia, porque la lista que desesperaba a mis allegados era para mí una circunstancia aceptable. Ellos temían que me sucediera algo lejos. Yo quería ir a un lugar que no me conociera." (Pág.13).
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