Todo lo que tengo lo llevo conmigo de Herta Müller
Yo estaba encerrado en mí y expulsado fuera de mí, no les pertenecía y me echaba de menos a mí mismo. Antes de ser deportado al campo de trabajo habíamos pasado diecisiete años juntos; compartimos objetos grandes como puertas, armarios, mesas, alfombras. Y cosas pequeñas como platos y tazas, salero, jabón, llave. Y la luz de las ventanas y las lámparas. Ahora me habían sustituido. Sabíamos unos de los otros cómo no éramos ni seríamos nunca más. Ser un extraño constituye sin duda una carga, pero sentir miedo de extraños en una cercanía imposible es una sobrecarga. Yo tenía la cabeza dentro de la maleta, respiraba en ruso. No me apetecía irme y olía a distancia. No era capaz de pasar el día entero en casa. Necesitaba un trabajo para abandonar el silencio.
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