Trópico De Capricornio de Henry Miller
Recuerdo la primera vez que nos separamos. Cuando me dejó, fingía, o quizá lo creyese, que era necesario para nuestro bien. Yo sabía en el fondo de mi corazón que estaba intentando librarse de mí, pero era demasiado cobarde como para reconocerlo. Pero cuando comprendí que podía prescindir de mí, aunque fuera por un tiempo limitado...fue más doloroso que ninguna otra cosa que hubiera experimentado antes, pero también fue curativo. Cuando quedé completamente vacío, cuando la soledad hubo alcanzado tal punto, que no podía agudizarse más, de repente tuve la sensación de que, para seguir viviendo, había que incorporar aquella verdad intolerable a algo mejor que el marco de la desgracia personal. Tuve la sensación de que había dado un cambio de rumbo imperceptible hacia otro dominio que la verdad más horrible no podía destruir. Me senté a escribirle una carta en la que le decía que me sentía tan desdichado por haberla perdido, que había decidido escribir un libro sobre ella, un libro que la inmortalizaría... Comprendí de repente que nuestra vida había llegado a su fin: comprendía que el libro que estaba proyectando no era sino una tumba en qué enterrarla...y al yo mío que le había pertenecido. Eso fue algún tiempo y desde entonces he estado intentando escribirlo ¿Por qué es tan difícil? ¿Por qué? Porque la idea de un «fin» es intolerable para mí. |