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555 de Hélène Gestern
A pesar de los golpes que la vida nos inflinge, todavía puede, sin previo aviso, inundarnos de alegría siempre que estemos dispuestos a recibirla.
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555 de Hélène Gestern
A pesar de los golpes que la vida nos inflinge, todavía puede, sin previo aviso, inundarnos de alegría siempre que estemos dispuestos a recibirla.
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555 de Hélène Gestern
Siempre me han fascinado los músicos. Sé que su técnica y virtuosismo son fruto de horas de práctica y miles de ejercicios repetidos sin cesar; aun así, para mí son magos, prestidigitadores. No hay vez que, al observar sus dedos moverse por el teclado a una velocidad sobrenatural, no me sienta como si estuviera presenciando un milagro.
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El olor del bosque de Hélène Gestern
Pero más allá de la ausencia y de las preguntas que me atormentaban, ya no podía ignorar que en Madrid había entrado en otro tiempo, en el que se aguarda y se espera, en el que se juega y se arriesga, en el que se acepta que vengan épocas de gracia y deseo, y, quizá también, de desilusión. Un tiempo vivo.
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El olor del bosque de Hélène Gestern
A lo mejor no debería aislarme de este modo, ni alejarme de mis amigos para refugiarme en el pasado. O quizá, por el contrario, sí que es necesario; acaso, a través del enigma de las vidas ajenas, y esfuerzo minúsculo por aclarar lo que realmente fue la existencia de todos ellos, por recrear algo del tiempo en el que aún podían amar, esperar, abrazarse y emprender, es mi manera de recordar que sigo viva.
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El olor del bosque de Hélène Gestern
A veces tengo la desagradable impresión de haberme convertido en un pozo de indiferencia, como si el conjunto de emociones y preocupaciones ordinarias se hubiera quedado helado en alguna parte entre mi corazón y mi conciencia.
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El olor del bosque de Hélène Gestern
Señora Bathori, a mi edad, lo que cuenta es la manera en la que una se va a marchar. Es lógico no esperar nada más de la vida. Pero a su edad, es un error imperdonable. Piénselo bien antes de decirme que no.
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555 de Hélène Gestern
-Estáis muy serios dijo sirviéndose una taza de café. Manig esbozó una sonrisa. -Normal, estábamos hablando de amor. |
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555 de Hélène Gestern
¿Qué sentido tiene la música si no se comparte? No conozco nada que iguale su capacidad para expresar nuestro dolor en un lenguaje soportable.
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El olor del bosque de Hélène Gestern
Ya estoy harta de que no tengamos derecho a hacer nada, a decidir nada, como si fuésemos incapaces de formarnos una opinión por nosotras mismas. De una carta desde la trinchera… “ Es fácil decir “les ganaremos” con el pellejo de los demás”. |
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El olor del bosque de Hélène Gestern
Acaso, a través de enigma de las vidas ajenas, mi esfuerzo minúsculo por aclarar lo que realmente fue la existencia de todos ellos, por recrear algo del tiempo en el que aún podían amar, esperar, abrazarse y emprender, es mi manera de recordar que sigo viva.
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El olor del bosque de Hélène Gestern
No, no fue bonita aquella guerra que envió a seres de carne y hueso, irrisorios escudos de piernas, brazos, músculos y vísceras, a enfrentarse al hierro de las máquinas para después negarse a reconocer durante años la inutilidad de la masacre que había engendrado
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El olor del bosque de Hélène Gestern
—¿Y usted, Elizabeth? ¿Qué está buscando? Levanté las cejas a modo de interrogación. —No irá a decirme que son solo las ganas de leer un antiguo grimorio lo que la ha traído lejos... Por segunda vez en menos de una semana se me planteaba la misma pregunta. Con una delicadeza y consideración que me hicieron vacilar y no lucir la de nuevo. —Una pena que olvidar. |
¿Como se llama el búho que le regala sirius a ron?