Malasangre de Helena Tur
Empezaba a levantarse el viento, un viento templado y húmedo que, sin duda, anticipaba lluvia. La luminosidad del cielo del cielo, aunque mostraba resistencia, se iba difuminando entre el gris de unos nubarrones que se adueñaban por momentos del espacio celeste. La oscuridad ya se había apropiado de la tierra seca, que deseaba la tormenta con sed de estío agónico, y las sombras de árboles y arbustos se habían alargado para fundirse con el resto del paisaje.
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