Libro de las canciones de Heinrich Heine
Dos rositas son tus labios, tan amorosos y frescos; mas las palabras que lanzan llenas están de veneno |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Dos rositas son tus labios, tan amorosos y frescos; mas las palabras que lanzan llenas están de veneno |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Cuando tus ojos contemplo, huyen penas y dolor; mas cuando tus labios beso, hallo plena curación. Cuando en tu pecho descanso, siento un placer celestial; mas cuando dices: "¡Te amo!", amargo he de llorar. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
En sueños he llorado: soñaba que de mí te separadas; al despertar, larga y amargamente el llanto me anegaba. En sueños he llorado: soñé que mi amor aún te embargaba; al despertar, seguían a raudales afluyendo las lágrimas. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Al separarse, las manos suelen darse los amantes y se deshacen en llantos y suspiros incesantes. Mas nosotros no lloramos ni lanzamos ayes, quejas; sólo más tarde llegaron las lágrimas y la pena. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Mas ella fue la que mayor suplicio, irritación y pena me causó, porque ni amor ni odio nunca me profesó. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
¡Te amé y te amo todavía! Si el mundo se derrumbara, sobre sus ruinas las llamas de mi amor se elevarían. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Un turbio anhelo me incita a adentrarme por lo montes y en lágrimas se disipan mis inefables dolores. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Así que has olvidado por completo el tiempo en que reiné en tu corazón, tan cariñoso, hipócrita y pequeño, que con ninguno admite parangón. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Tú no eres feliz; yo no me quejo... Amor mío, ¡seremos desgraciados! Mientras no muera el corazón enfermo, ¡seremos, amor mío, desgraciados! En tus labios retoza la ironía, la insistencia fulgura en tu mirada y el orgullo en tu interior palpita; eres, igual que yo, desventurada. Invisible el dolor, tus labios tiemblan; tus pupilas empaña oculto llanto; tu altivo corazón: llaga secreta. Amor mío, ¡seremos desgraciados! |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Por más que tenga el alma desgarrada, amor perdido, no me quejo yo. Pese a las joyas con que te engalanas, ningún rayo te alumbra el corazón. Ha mucho que lo sé: te vi en sueños, la noche vi que mora en tus entrañas, la sierpe vi que te devora el pecho y advertí que te sientes desgraciada. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Corazón mío, que soportas tanto, ¡no guardes rencor a la pérfida! Sufre, sufre y perdona a la preciosa necia. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
¡Necio es el mundo, además de ciego y su absurdo aumenta cada día! Dicen de ti que tienes muy mal genio, de ti lo dicen, bella niña mía. ¡Necio es el mundo, además de ciego, y a conocerte nunca llegará! No sabe cuán gozosos son tus besos ni cuán embriagadores arderán. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Ardoroso resplandece, callado, el cielo contempla y fragante se estremece llorando de amores pena. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Inmóviles en el cielo permanecen las estrellas, mirándose milenarias, sufriendo de amor las penas. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Hace poco, tu rostro, tan querido y tierno, en sueños se me apareció: hermoso, angelical y compasivo, mas palente, palente de dolor. Rojos sólo los labios, con un beso pronto la muerte los apagará y los devotos ojos que del cielo toman su resplandor se extinguirán. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Cuando tus ojos contemplo, huyen penas y dolor; mas cuando tus labios beso, hallo plena curación. Cuando en tu pecho descanso, siento un placer celestial; mas cuando dices: "¡Te amor!", amargo he de llorar. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Brotan de todas mis lágrimas muchas espléndidas flores y mis suspiros se vuelven coro de ruiseñores. Si me amas, pequeña mía, tuyas las flores serán y a través de tu ventana ruiseñores oirás. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Llegado, ha poco, de lejanas tierras, he ido a la morada de mi amor y he pasado la noche ante su puerta. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Siempre seguí al amor en mis andanzas, En vano fue: jamás logré encontrarlo y regresé, dolido y triste, a casa. Mas, de pronto, acudiste tú a mi lado y vi resplandecer en tu mirada el dulce amor que tanto había anhelado. |
Libro de las canciones de Heinrich Heine
Abandoné el hogar, enloquecido: quería recorrer el mundo entero para encontrar amantes sentimientos y efusivo, abrazar al amor mismo. Busqué el amor por todos los caminos, de puerta en puerta supliqué afecto: al mendigo, entre risas, acogieron sólo para entregarle un odio frío. |
¿Quién mata al elfo Dobby?