Libro de las canciones de Heinrich Heine
Llamé al diablo, y vino al punto. ¡No fue pequeño mi asombro! no es, como dice la gente, feo, cornudo ni cojo. Es simpático, elegante, bastante joven, buen mozo, muy cortés, hombre de mundo, complaciente y obsequioso. Es, además, consumado político, y en sus ocios sobre el Estado y la Iglesia diserta con gran aplomo. |