Salvo mi corazón, todo está bien de Héctor Abad Faciolince
Teníamos una casa fresca, luminosa y limpia, adornada con todo aquello que nos gustaba: libros, muchos libros, obras de arte que nos regalaban amigos pintores, un equipo de música con amplificador, parlantes y tocadiscos de último modelo, y llenar la casa con la música más hermosa que se hubiera compuesto jamás.
|