La muerte del comendador (Libro 1) de Haruki Murakami
A decir verdad, yo mismo me hacía daño. Mis sentimientos no dejaban de oscilar como un péndulo cortante que, de un extremo a otro, dibujaba un gran arco sumido en el silencio. Ese vaivén de mis sentimientos dejó muchas heridas en mi piel, y para ahuyentar el dolor sólo tenía un recurso: pintar.
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