Los Buenos de Hannah Kent
Aquellos días en las montañas la habían salvado de enloquecer de soledad. Había trepado hasta que la respiración le latió en los pulmones, y había mirado la lluvia atravesar el valle a sus pies en un velo lento y gris, o el sol proyectar su benevolencia en los campos, y por fin había comprendido las palabras de Maggie. La soledad, lo que la hacía distinta, la haría también libre.
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