Madrugada de Gustavo Rodríguez
A su alrededor había vida, sin embargo. Y era intensa. Los mil comercios de Gamarra mostraban sus vitrinas encendidas y sus letreros derramaban luz colorida sobre los últimos compradores que, aún a esa hora, seguían siendo muchos. Si algo valioso tenía Trinidad era una capacidad poderosa para sobrellevar los obstáculos y pronto alejó los presagios para concentrarse en la fila de la estación del metro.
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