El matrimonio de los peces rojos de Guadalupe Nettel
"Durante toda mi infancia y parte de la adolescencia, mis padres formaron un bloque indisociable, una muralla en la que no había grietas y contra la cual era imposible rebelarse. Más que la mezcla de orígenes y de culturas, lo difícil para mí fue ser el único hijo de una pareja tan fusionada.[...] A pesar del cariño que le demostraron mis abuelos, mi padre jamás perdió su aire de orfandad. Su esposa fue para él otra madre postiza que, tanto en la vida profesional como en la amorosa, se dedicó a gestarlo en un útero psicológico del cual nunca sería expulsado." (La serpiente de Beijín - Pág.103).
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