Búscame de Gregorio Casamayor Pérez
No hacer preguntas es la mejor manera de eludir respuestas incómodas.
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Calificación promedio: 5 (sobre 8 calificaciones)
/Antoni G. Porta: Cuando terminamos Otra vida en la maleta, Gregorio Casamayor y yo pensamos en hacer una nueva novela juntos y buscar otro escritor o escritora para esa experiencia. Dimos algunas vueltas, ideas, nombres hasta que la causalidad y el azar, temas que aparecen en este libro, se hicieron presentes desde antes. Nos encontramos un verano los tres, ya que somos muy amigos y durante la cena Francisco Imbernón dice: tengo una idea que podríamos escribir.
Francisco Imbernón: La idea vino antes de encontrarnos, pues yo estaba de vacaciones en Malta, tenía un coche de alquiler y salía de un parking cuando me paré porque vi un sombrero western tirado, lo cogí y en eso que vas pensando me dije: este sombrero tiene una vida, antes probablemente era de un americano y ahora ha caído en mis manos, me lo pongo y es parte de mi vida.
Antoni G. Porta: Entonces nos cuenta la anécdota y nos propone contar la historia de distintas personas por las que va pasando un mismo sombrero. Y en ese momento nos dimos cuenta con Gregorio que la persona que andábamos buscando estaba en nuestras narices.
Antoni G.Porta: Francisco empezó a escribir la historia, habría escrito alrededor de unas 60 páginas y así empezó, nos fuimos pasando el texto y así se escribió.
Gregorio Casamayor: La metáfora es un poco una noria, de esas norias de huerto que utilizaban antes en los pozos para sacar el agua. Saca agua y pierde agua pues la imagen es esa, cada vez que pasa por una mano el original va añadiendo material, pero también pierde material. Se va reconstruyendo. Ese fue el método de trabajo hasta que, llegado un momento, el libro ya está bastante sólido y era difícil añadir más personajes e historias. Llega un momento en que esto no es posible y solo queda enriquecer el texto, pero no modificar la historia. El proceso duró cuatro años.
Francisco Imbernón: Cuatro años de muchas cosas, yo siempre pienso que en el fondo es como una película. Yo soy el guionista y ellos son los directores y actores. El libro se ha construido entre cenas, caminando, en clases y conversaciones.
Francisco Imbernón: se trata de un trabajo conjunto, de un libro escrito a seis manos, porque hay libros escritos por varios autores y en la mayoría cada uno escribe su parte. En este libro, en cambio, no se ve la mano de nadie, todos hemos compartido, podría ser perfectamente un solo autor.
Francisco Imbernón: Empieza con la historia de un misionero que encuentra el sombrero en Latinoamérica, está inspirado en una leyenda de la ciudad de Quito en la que un cura, el Padre Almeida, que se escapa por las noches. Después van apareciendo otros personajes que puedan mostrarnos la miseria del ser humano. Creamos un escritor, una cantante, un militar retirado, un psicólogo.
Gregorio Casamayor: La idea del libro es precisamente esa, hay una multitud de historias que nos va narrando el sombrero a partir de su vivencia con cada personaje. Por eso la idea de transformar el patchwork en Patch Word como una colcha llena de fragmentos en el que hubiera historias más o menos completas que muestren distintas realidades.
Antoni G. Porta : Sabéis que en las novelas hay muchas historias que avanzan en paralelo y lo lógico es acabarlas. Aquí lo que nos plantea el sombrero es que entra en la vida de alguien en un momento determinado y sale en otro y la historia de ese personaje no ha terminado por lo que nos podría parecer que las historias no acaban de estar resueltas.
Antoni G. Porta: La secuencia de este Panama Hat empieza en Colombia con el misionero, después va a Barcelona, de allí viaja con el profesor a Córdoba, luego va a parar a la cabeza de una cantante que recorre el mundo, la cantante en uno de los últimos conciertos en Jijón lo tira al público y va a parar en la cabeza de una chica que tiene una relación en Madrid con otra quien se lo deja a su hermana, esta tiene un percance y un ladrón se lo lleva y lo abandona en el capot de un coche, un ropavejero lo pilla y entonces se lo copia el teniente retirado que está de vacaciones en casa de un político corrupto en Santander, después este hombre llega a Barcelona y llega al consultorio del psicoanalista.
El túnel de Ernesto Sabato
Un día volveré de Jua Marsé, El gran Gatsby de Scott Fitzgerald y Crónica de una muerte anunciada de García Márquez.
La divina comedia de Dante.
Cuando haces algo, es mejor que lo hagas de lleno y bien. Esas bastardas existencias en las que se vende sebo durante todo el día y por la noche, después de la cena, se hacen versos, están concebidas para las inteligencias banales, buenas por igual para la silla y el cabriolé, peor especie que no sabe saltar una zanja ni tirar del arado, Flaubert, de una carta a su madre fechada en 23-02-1850 en Cartas del Viaje a Oriente.
Planeta humà de Eudald Carbonell y Robert Sala y en novela Ciudad violenta de Jim Thompson.
Búscame de Gregorio Casamayor Pérez
No hacer preguntas es la mejor manera de eludir respuestas incómodas.
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Los días rotos de Gregorio Casamayor Pérez
tenía y tengo el grifo de las emociones oxidado, y no hay manera de girar la llave para que fluya. Soy el único culpable de mi situación, responsable de todo lo que me ha sucedido.
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Los días rotos de Gregorio Casamayor Pérez
"Los sueños o las ilusiones o los ideales, esos que pueblan nuestros años jóvenes, la época más fantástica de nuestra vida, son como terrones de azúcar. No, rectifico-si se me permite-, ésa no es una buena imagen, los azucarillos se disuelven demasiado rápido en el café caliente. Los sueños o las ilusiones o los ideales son como cubitos de hielo, los oyes tintinear en el vaso ancho, los ves diluirse poco a poco, durante un periodo de tiempo percibes su efecto en la bebida y, al fin, desparecen. Cuando quieres darte cuenta has olvidado tus sueños, has perdido la ilusión, no te reconoces en esos ideales; y el vaso ya no está frío y la bebida que te has servido está aguada. Ya ni siquiera te apetece."
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Los días rotos de Gregorio Casamayor Pérez
Extraje muchas lecciones de ese segundo. Que entre la vida y la muerte no hay nada. Que basta con cerrar los ojos y no abrirlos más. Que la vida muere contigo. Que el mundo desaparece también. Que no puedes llevarte nada. Que lo que más quieres se queda al otro lado. Que te vas solo.
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La edad de la inocencia