Diario de mi vida durante la Revolución Francesa de Grace Dalrymple Elliott
Una vez me atreví a pedirle un poco de agua caliente para lavarme. Me respondió que mi petición no tenía sentido, que estaba completamente fuera de lugar, toda vez que nada ni nadie me salvaría de caer en manos del verdugo; y que como los verdugos solían ser hombres muy sucios, ¿para qué quería estar limpia?
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