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El olor de la lluvia en los Balcanes de Gordana Kuić
-La paz es como la salud- dijo, recordando la comparación de Milos-. Vivimos repantingados, distraídos por las miles de pequeñas preocupaciones diarias, mientras la paz nos acaricia suavemente la espalda, sin que nos demos cuenta. Lo mismo pasa con la salud: cuando gozamos de ella, abundante y espléndida, en nuestro cuerpo y nuestro espíritu, nos parece que así será siempre. Hasta que llega el primer dolor o la primera bomba, y entonces, presos de horror, nos damos cuenta de lo que hemos perdido. La vida cambia en su esencia: las frágiles ramitas de la paz o la salud, que considerábamos como pilares y vigas de nuestra vida, comienzan a quebrarse y a ceder, pero entonces ya es tarde, y solo nos queda, pasmados y descarriados, preguntarnos cómo pudimos ser tan ciegos, tan estúpidos, para no haber apreciado, cuidado y disfrutado de todos aquellos buenos momentos.
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