Hervaciana de Gonzalo Hidalgo Bayal
Como todo aquel que ha entretenido alguna vez su ocio componiendo sonetos o sacando de los alrededores discretas invenciones narrativas, yo también he declarado fervores juveniles que nunca con el tiempo han decaído: la poesía de Juan Ramón Jiménez, por ejemplo, o Mientras agonizo, de William Faulkner.
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