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El pergamino de la seducción de Gioconda Belli
Es ley de vida que el más grande amor sea el más entregado, el que no se deja nada para sí.
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El pergamino de la seducción de Gioconda Belli
Es ley de vida que el más grande amor sea el más entregado, el que no se deja nada para sí.
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El pergamino de la seducción de Gioconda Belli
Si río a carcajadas, me dan de palos porque la experiencia enseña que el castigo físico es medicina para la locura de las niñas y que el dolor es saludable para la disciplina de nuestros cuerpos.
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El pergamino de la seducción de Gioconda Belli
Uno excusa a las personas que quiere porque condenarlas es condenarse uno mismo.
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El pergamino de la seducción de Gioconda Belli
Me distraje contando las lágrimas, pensando en cuán curioso es el mecanismo humano de llorar, de que el dolor y la pena nos salga por los ojos.
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El pergamino de la seducción de Gioconda Belli
El amor borra las fronteras de la identidad, me decía. El que ama deja entrar al otro no solo en la interioridad física sino en el espacio de la psiquis. El yo deja de ser un círculo cerrado y por esa abertura también puede penetrar la destrucción. El amor es como un caballo de Troya, un regalo hermoso; pero si hay traición de por medio, uno se despierta un día con el enemigo dentro de la ciudad.
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El país de las mujeres de Gioconda Belli
Si tuviéramos plena conciencia de cuán trascendente puede llegar a ser para otro ser humano un solo gesto de solidaridad, tendríamos que repensar toda nuestra vida.
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El país de las mujeres de Gioconda Belli
Lavar, planchar, cuidar los niños no es el problema; el problema es que sé menosprecie la mentalidad que hay detrás de eso; que se restrinja esa actitud femenina al terreno de lo privado, que no entiendan que eso hay que hacerlo con todo y entre todos; que cuidar la vida, la casa, las emociones, este pinche planeta que estamos arruinando, es lo que todos tendríamos que hacer: se trata de socializar la práctica del cuido.
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En la avanzada juventud de Gioconda Belli
BARCOS DE VELA En mi, mujer, la noche hace su nido se oscurece mi vientre en la penumbra me surcan los recuerdos como barcos de vela: las telas coloridas los penachos de fiesta se despliegan henchidos tras mis párpados. Tengo la vida llena de vidas dejando estelas de mi memoria; una flota fantasma navega en mi conciencia. Nunca estoy sola. Nunca Me habita la marea incesante de un mar imaginario una corriente de días imborrables una vida vivida sin descanso |
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El país bajo mi piel: Memorias de amor y guerra de Gioconda Belli
A los dos meses de estar saliendo juntos me pidió que me casara con él. Me lo dijo en un ascensor de Garnier, después de almuerzo, cuando me acompañaba de vuelta al trabajo. Me reí de sus prisas.
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El país bajo mi piel: Memorias de amor y guerra de Gioconda Belli
Por lo general procuraba no ausentarme de mi casa más que dos o tres días. Mis niños resentían ante mis ausencias repentinas. Mis viajes eran cortos pero frecuentes.
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El país bajo mi piel: Memorias de amor y guerra de Gioconda Belli
Fue un amor devastador aquel que se apoderó de mí y me hizo romper todas las brújulas.
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El pez rojo que nada en el pecho de Gioconda Belli
Pensé en tus piernas y tus brazos con nostalgia. Apenas una noche no compartida y el lago del cuarto se convierte en océano. |
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El pez rojo que nada en el pecho de Gioconda Belli
El pecho de la mujer es una fragua que arde con la leña del día. Está llena de humo y el humo le saca las lágrimas. La mujer grita. Abre la boca y sale de ella la tormenta. |
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En la avanzada juventud de Gioconda Belli
LOS CONEJOS DEL TIEMPO Vestido de chistera y bombín el tiempo ese conejo blanco pasa bajo el balcón agitado y sin pausa Yo Alicia que antes podía seguirlo el hueco de cualquier árbol y en su búsqueda perderme días de clase atrapada en países de maravillas ya no puedo alcanzarlo Mis piernas ya no me dan para esas carreras pero él sigue pasando sin reparar en mi nostalgia sin reconocer en la mujer que lo mira desde el balcón a la muchacha que tantas veces lo atrapó |
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La mujer habitada de Gioconda Belli
Nos negamos a parir (...) Yo recibí noticias de las mujeres de Taguzgalpa. Habían decidido no acostarse más con sus hombres. No querían parirle esclavos a los españoles.
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La mujer habitada de Gioconda Belli
Eso era la dictadura, pensó Lavinia, el miedo, la mujer diciendo que no sabía nada, ella diciendo que no quería involucrarse. No saber nada era lo mejor, lo más seguro. Ignorar el lado oscuro de Faguas.
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La mujer habitada de Gioconda Belli
Me pregunto cuánto ha cambiado el mundo. Mucho ha cambiado sin duda. Esta mujer está sola. Vive sola. No tiene familia ni señor. Actúa como un alto dignatario que sólo se sirve a sí mismo. Vino a echarse en la hamaca cerca de mis ramas. Estira su cuerpo y piensa. Goza de tiempo para pensar. Para estar así, sin hacer nada, pensando.
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La mujer habitada de Gioconda Belli
Me pregunto cuánto ha cambiado el mundo. Mucho ha cambiado sin duda. Esta mujer está sola. Vive sola. No tiene familia ni señor. Actúa como un alto dignatario que sólo se sirve a sí mismo. Vino a echarse en la hamaca cerca de mis ramas. Estira su cuerpo y piensa. Goza de tiempo para pensar. Para estar así, sin hacer nada, pensando.
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El país de las mujeres de Gioconda Belli
Nosotras las mujeres hemos demostrado que somos capaces de pensar fuera de lo establecido, salirnos de esa caja negra del desastre anunciado; la suerte de la humanidad no está echada porque nosotras aún no nos hemos pronunciado. (...) Nosotras queremos otro mundo, evitar que la humanidad complete el círculo de su existencia autodestruyéndose.
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José Arcadio Buendía